Sin título (de la serie Gitanos de papel)
“ (…) roots§routes attraversa le pratiche estetiche e antropologiche nella costruzione di un discorso sull’identità e sulla differenza, esplorandone il potenziale critico e di rottura epistemologica.”
Da ciò nasce il progetto Gitanos de Papèl, che si sviluppa attraverso un libro d’artista, collages visuali costituiti da pannelli fotografici, video-costellazioni citazionali di frame derivanti da documentazione audiovisuale sulla cultura gitana, conferenze e workshop internazionali.
Yuri Lotman
In una pubblicazione informativa del 2008 del sito www.gitanos.org emerge che tra i cittadini più razzisti sono molto pochi coloro che, in un modo o nell’altro, cerchino di sfumare i loro commenti con qualche particella che possa mitigare, scusare, argomentare o in qualche maniera modificare la narrazione (…). Il paradosso risiede nel fatto che Coloro che esercitano la discriminazione con frequenza non ne sono pienamente consapevoli. La società spagnola (69,7 %) si dichiara, in sintonia col discorso dominante nei media, chiaramente a favore della diversità per origine razziale, religiosa o culturale2.
Bernard Leblon
Walter Starkie
Cesare Lombroso
Sin título (de la serie Gitanos de papel)
“Le opere d’arte generano idee circa il valore, la viltà, il bene ed il male, il brutto ed il bello, gli eroi ed i cattivi, il pericolo, l’autorità, il giusto… fantasie che finiamo per assumere come se si trattasse di riflessioni realizzate a partire dalla nostra propria osservazione e ragionamento. La maggiorparte delle opinioni che abbiamo circa il mondo si basano su narrazioni colme di immagini potenti prodotte per la cultura alta o radicate nelle culture popolari , riprodotte insistentemente per mezzo della comunicazione massiva.”6
John Berger
Josè Ortega
Joan M. Oleaque
Sin título (de la serie Gitanos de papel)
Rogelio López Cuenca & Elo Vega
Miguel de Cervantes, La gitanilla
En España, la presencia de comunidades gitanas se remonta a más de 600 años. El documento escrito más antiguo que da fe de ello data de 1425. Se calcula que en la actualidad viven en España son entre medio millón y 800.000 personas. Su historia es prácticamente la de su rechazo y su persecución, que comienza en 1499 con la nefasta obsesión por la homogeneización cultural y religiosa de los Reyes Católicos, y que continuarán las monarquías de los Austrias y los Borbones, con oprobiosos pasajes, reales decretos y pragmáticas específicamente dictadas contra la comunidad roma.
Hasta mediados del XX existen leyes específicamente antigitanas: en 1933, la Ley de vagos y maleantes; en 1937, en plena expansión nazi-fascista en Europa, se condena a reclusión mayor a quienes casen con “individuos de raza inferior”; en 1941, se prohibirá cualquier lengua distinta al español o castellano; y en 1942, se reforma la Ordenanza de la Guardia Civil, a la que se encomienda la vigilancia, el control y la represión de los gitanos, donde se lee :
Se vigilará escrupulosamente a los gitanos, cuidando mucho de reconocer todos los documentos que tengan, confrontar sus señas particulares, observar sus trajes, averiguar su modo de vida y cuanto conduzca a formar una idea exacta de sus movimientos y ocupaciones, indagando el punto al que se dirigen en sus viajes y el objeto de ellos.
Sólo la entrada en vigor de la Constitución de 1978, que en su artículo 14 condena todo tipo de discriminación “por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, derogará toda la legislación contra los gitanos y reconocerá a la comunidad roma en España la plena ciudadanía y la igualdad ante la ley.
Aun así, todavía hoy todos los estudios de opinión apuntan a la comunidad gitana como la peor valorada socialmente por el conjunto de la sociedad española. El rechazo social que padecen se concreta con demasiada frecuencia en prácticas discriminatorias que se manifiestan diariamente tanto en el ámbito social como en el dominio institucional. Una situación que reduce notablemente sus posibilidades de promoción en igualdad de oportunidades con el conjunto de la sociedad.
El origen de la común identificación de los gitanos como ladrones debemos buscarlo -y no por casualidad encontraremos ahí los primeros testimonio escritos- alrededor de siglo XV, es decir en el periodo inicial del momento histórico que conocemos como Renacimiento – que, a su vez, es el correlato cultural de los albores del sistema de explotación capitalista y su condena y persecución de cualquier actividad o modo de vida en el cual no sea posible apreciar directamente su carácter productivo.
Pero es más tarde, a mediados del siglo XIX cuando se consolidan en Europa los prototipos folklóricos, y lo harán, de un modo que a primera vista parece paradójico, como parte de los procesos de modernización. El poder proyecta sobre el Otro una imagen de primitivo, de no civilizado, que les niega su carácter histórico y los presenta como entes estáticos, inamovibles, fijos. El estereotipo folklórico es un instrumento de la modernización, que persigue la homogeneización de la identidad nacional, lo que implica la supresión de la diversidad cultural mediante la estigmatización de lo diverso, lo diferente, lo otro.
Los estereotipos llevan a cabo la marginación del Otro en una doble dirección, subrayando y aislando, por una parte, los aspectos que configuran una idealización positiva (el gitano, epítome de la libertad, además goza de belleza física, dotes de seducción, atractivo sexual, expresividad artística, creatividad, desinterés por los bienes materiales, fidelidad al grupo, vida en contacto con la naturaleza, nomadismo…) reivindicada desde el Romanticismo hasta el primitivismo de las vanguardias de principios del siglo XX, a través de numerosas prácticas artísticas fascinadas con ese “otro”. Al mismo tiempo, esta configuración de la alteridad excluyente se remacha con toda una batería de rasgos negativos, entre los cuales destacan la pereza, la violencia, el egoísmo, la incultura, la venganza, además del arraigado paradigma del ladrón; en resumen, de fuera de la ley.
Lo que percibimos como “lo real” está en gran medida contaminado por la imaginación y la memoria: los estímulos sensoriales traen a la mente antiguas imaginaciones y recuerdos, que se mezclan dando lugar a nuevas imágenes, que no están basadas en nuestras experiencias directas sino que frecuentemente nacen inspiradas por imágenes fruto de la creación artística, tanto las bellas artes, la pintura o la escultura, como la ficción literaria, las novelas, los cuentos infantiles, la poesía, las canciones, el refranero, las frases hechas, así como en la publicidad comercial y, cómo no, actualmente, sobre todo en los poderosos medios de comunicación masiva.
Las representaciones del Otro son siempre a la vez representaciones indirectas del yo: son una contraimagen. “El salvaje” es indispensable a la hora de fijar la frontera, los límites de “la civilización” – a través de una escala que abarca desde el buen salvaje al ingenuo e infantiloide, y del caníbal feroz al más o menos pero nunca completamente civilizado, entendiendo su integració como occidentalización.
De vinilo o celuloide, de barro o bronce, en 3D, al óleo, en cuatricromía, virtuales en las pantallas… imágenes impactantes, procedentes de películas, de pinturas, de grabados, de narraciones escritas y orales, de cuentos y de canciones, de refranes y frases hechas, de rumores, chistes, series de televisión, fotografías, novelas, del teatro…La imágenes del Otro no se producen y difunden porque sean reales sino porque reflejan las preocupaciones (las fantasías, los miedos, las obsesiones) de quien produce esas imágenes y de quien las consume. Este trabajo, pues, no habla tanto del otro sino de nosotros, de cómo a través de la fabricación de la imagen del otro estamos haciendo un autorretrato en negativo sobre el que proyectamos tanto nuestras fantasías, como nuestros miedos y obsesiones.
Una especial atención en este sentido merecen las producciones cinematográficas, dada su poderosa capacidad de construcción de estereotipos a través de su importancia en la cultura popular del siglo XX: desde el género folklórico, inventado y promovido oficialmente durante la II República y su continuación y explotación durante el franquismo a las más contemporáneas,, por norma general, cuando los gitanos aparecen en el cine lo hacen como pícaros, ladrones y delincuentes. Incluso los más recientes títulos los siguen mostrando según esos estereotipos atávicos que relacionan el mundo de los gitanos con la delincuencia y la marginación.
El “primitivismo” gitano ha formado siempre parte de una economía capitalista, desde las narraciones de los viajeros románticos, los “curiosos impertinentes”, Merimée, Washington Irving, a la contemporánea industria del espectáculo. La apropiación de lo gitano por parte de la cultura andaluza (y de ésta, a su vez, por la española) se ha realizado en todo momento bajo la lógica de su rentabilidad económica, y es en ése contexto donde la relación interactiva entre “primitivo” y “civilizado”, entre “colonizado” y “colonizador” muestra cómo tiene lugar por parte del “estereotipado” una lectura inequívocamente subversiva de la imagen impuesta, ya sea mediante el melodramatismo excesivo (el histrionismo de las folklóricas, por ejemplo) o directamente a través de la parodia, pero siempre poniendo en evidencia su condición de representación.
Nuestro trabajo quiere utilizar esos mismos instrumentos: elaborar un discurso que incluya las potencialidades críticas de la ironía, parodia y la caricatura, y desvelar los mecanismos de esos dispositivos de representación: Gitanos de Papel se propone desvelar los mecanismos de los dispositivos de representación mediante un acercamiento crítico al papel que la producción de ficciones culturales ejerce en el interior de los procesos de construcción de la identidad, su inevitable relación dialéctica con el concepto de alteridad, y su rol capital en el edificio y la justificación de la exclusión social.
En resumen, Gitanos de papel tiene como tema de trabajo la construcción, a través de las imágenes, del rol de la comunidad gitana en el imaginario español, analizando el modo en que se heredan y actualizan los tópicos del pasado, a través de una red de interferencias por la cual nuestra percepción viene determinada por esas imágenes previamente adquiridas y cómo nuestra experiencia mediada /mediatizada proporciona nuevas imágenes a esa cadena de interrelaciones. Porque el Otro es siempre plural, tan diverso y contradictorio como nosotros mismos y su identidad, su cambiante, evolutiva identidad varía según el tiempo y el espacio, y el status social, la economía, el género y las relaciones sociales. Probablemente el objetivo central de las representaciones de la otredad no sea otro que el de establecer y mantener la desigualdad social.
Sin título (de la serie Gitanos de papel)
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